¿Por qué siempre es la misma conducta difícil?

En general, cuando aparece cualquier conducta difícil hay que preguntarse: ¿Cuál es el propósito de este comportamiento? Detrás de las conductas y creencias que van formando las niñas, los niños y adolescentes sobre sí mismos, vemos la respuesta a preguntas como: soy bueno o no, les agrado o no, el mundo es seguro o hay que defenderse, así como preguntas sobre los otros: me ayudan o no, me amenazan o no.

Algunas conductas difíciles se activan porque las niñas, los niños y adolescentes no se sienten seguros, perciben una amenaza y se activa un sistema de supervivencia natural que les lleva a atacar, huir o paralizarse. Algunas de estas conductas se vuelven cíclicas y sistemáticas en las relaciones entre adultos y niñas, niños y adolescentes.

 

Lo importante para manejar todas las conductas difíciles es entenderlas primero: su mensaje, motivo y causa: ¿qué está obteniendo la niña, el niño o el adolescente al comportarse de esa manera?, ¿por qué con esta conducta siente que es importante en la familia?, ¿qué necesita de nosotros para sentir pertenencia e importancia con conductas adecuadas?

Rudolf Dreikurs, psiquiatra austríaco, encontró cuatro conductas altamente retadoras que enfrentamos las madres, padres y cuidadores y que tienen como base una creencia equivocada de las niñas y niños sobre cómo ser importantes en sus familias. El abordaje de estas conductas no es con castigos, sino con el fortalecimiento de la relación entre adultos y niñas, niños y adolescentes con un cambio en las creencias y la autoestima de ellas y ellos.

Estas conductas retadoras que tienen una creencia equivocada son: búsqueda de atención indebidamente, pelea por el poder, búsqueda de venganza e ineptitud.

¿Por qué siempre busca llamar la atención?

 

Hay niñas, niños y adolescentes que pareciera que siempre están llamando la atención indebidamente, con lo que el adulto siente irritabilidad, molestia, cansancio, necesidad de proteger o de repetir.

Puede suceder que estas niñas, niños y adolescentes perciban muy poca atención o tienen demasiada y sienten que solo son importantes cuando tienen a los adultos ocupados y dándoles servicios especiales.

 

Los adultos reforzamos esta conducta cuando estamos regañando y castigando (porque nos tienen ocupados en ellos) y lo que debemos hacer es prestarles atención pero con la conducta adecuada, decirles que los atenderemos en nuestro tiempo especial (porque necesita conexión), fomentar su participación y reconocer lo positivo. También hay que entrenarlos para que tengan más autonomía y sean menos dependientes.

¿Por qué siempre me lleva la contraria?

Hay niñas, niños y adolescentes que pareciera que siempre están luchando el poder y en confrontaciones con el adulto. El adulto, por su parte, siente rabia, desafío, competencia y amenaza. Estas niñas, niños y adolescentes sienten que solo son importantes cuando mandan, tienen el poder y el control.

Puede suceder que estas hijas o hijos perciban muy poca autonomía y no sientan que tengan voz y voto en su familia, por lo que tienen que pelear su lugar por la fuerza. Los adultos reforzamos esta conducta cuando generamos enfrentamientos y luchas de poder, y lo que debemos hacer es retirarnos de la pelea, darles autonomía y participación con opciones limitadas para que sean ellas y ellos los que tomen la decisión final. Debemos hacer acuerdos previos y dejarlos que usen su poder personal adecuadamente: invitarlos a buscar soluciones, pedirles ayuda y hacerles preguntas. En los momentos críticos de más enfrentamiento es mejor tomar un tiempo de calma y esperar que la situación se relaje.

 

No tiene sentido entrar en luchas de poder y es más inteligente retirarse de la pelea. Tenga en cuenta que estamos construyendo relaciones de cooperación y no de competencia. En las relaciones de competencia, si hay un ganador, hay un perdedor. En el caso de la familia, nadie debe sentirse impotente y perdedor. Te pregunto: Si tu como adulto ganas, ¿quieres que tu hija o hijo se sienta un perdedor?

¿Por qué me dice que me odia?

Hay niñas, niños y adolescentes que pareciera que actuaran en forma vengativa y tratando de hacer sentir mal al adulto diciéndole cosas hirientes y ofensivas (“te odio”, “ojalá tuviera otra mamá”), con lo que el adulto se siente herido, lastimado, agredido e insultado. Puede suceder que las niñas, niños y adolescentes perciban que no son importantes ni queridos por los adultos, y como esta sensación les duele, buscan repetirla para que los mayores se sientan igual.

Estas niñas, niños y adolescentes sienten que solo son importantes cuando logran que los otros se sientan dolidos como ella o él. Los adultos reforzamos esta conducta cuando nos alejamos y les quitamos el amor o los castigamos fuertemente, y lo que debemos hacer es entender la desconexión que hay, reconocer su dolor, validar sus sentimientos, no tomar represalias y buscar acercamientos. En estos casos hay que comenzar por reconstruir la relación afectiva.

¿Por qué nunca quiere hacer nada?

Hay niñas, niños y adolescentes que no tienen motivación hacia nada y parece que no quisieran hacer ningún esfuerzo, a lo que le llamamos “incapacidad asumida” (es decir, asumen que son incapaces), con lo que el adulto siente desespero, impotencia, incompetencia y desesperanza, siente que tiene que hacerlo todo y rescatarlo. Puede suceder que las niñas, niños y adolescentes asumen que no son suficientes y no pueden lograr lo que esperan de ellas o ellos por más que lo intenten, porque tienen madres, padres y cuidadores distantes que no se toman el tiempo para capacitarlos o cuidadores muy perfeccionistas que no aceptan los errores.

Estas niñas, niños y adolescentes sienten que no son importantes y que es mejor no hacer nada y pasar desapercibidos. Los adultos reforzamos esta conducta cuando los dejamos solos sin apoyo o los estamos criticando y humillando. Lo que debemos hacer es buscar sus intereses y fortalezas para construir sobre ellos y mejorar su autoestima, debemos dedicarles un tiempo especial para enseñarles las habilidades paso a paso, enseñarles a partir de los errores y validar sus emociones.