Manejo de algunas conductas difíciles entre los 12 - 18 años

La adolescencia es uno de los períodos más temidos por las madres, padres y cuidadores en la crianza. Es un período de cambios vertiginosos, no solo físicos, sino también sociales, emocionales y mentales. Las niñas y los niños dejan de tener un pensamiento concreto y pasan a tener un pensamiento más complejo, lleno de variables y de opciones, donde pueden quedar atrapados y confundidos.

Además hay un gran desarrollo de la parte emocional del cerebro donde comienzan a experimentar muchas emociones y sensaciones que antes no tenían. Sin embargo hay un área del cerebro que se va a demorar en desarrollar y que es la encargada de planificar, controlar los impulsos y tomar decisiones racionales. Es decir, todo el mundo físico y emocional madura primero, mientras que la parte racional y de control de los impulsos tomará más tiempo.

Adicional a esto, el adolescente sentirá por naturaleza que tiene que convertirse en una persona independiente y encontrar su propio camino e identidad, con lo que tendrá que cuestionar, preguntarse, diferenciarse, encontrar nuevos intereses y ampliar los límites que ya tiene la familia establecidos. Lograr una propia identidad es la tarea más importante de la etapa adolescente.

Manejo adecuado ante respuestas desafiantes

 

 

Hay muchas causas que pueden generar respuestas desafiantes en los preadolescentes y adolescentes: probar los límites, defenderse de la falta de respeto o exceso de órdenes que sienten de los adultos, problemas sociales y emocionales, imitación de la forma como les hablamos los adultos, cambios hormonales propios de la preadolescencia que generan estallidos emocionales, entre otros.

Cualquiera que sea el caso, el adulto debe conservar la calma, no igualar la falta de respeto ni engancharse en luchas de poder. Para esto, es posible que necesite estrategias de autocontrol antes de responder.

 

Nuestra respuesta debe comenzar evidenciando la emoción (“veo que estás enojado”), luego preguntar (“¿te pasa algo?”) y después decir lo que usted quiere (“porque me gustaría…”). Es probable que solo con mantener la calma y mostrarse comprensivo y positivo, el lenguaje del adolescente cambie y exprese lo que le molesta. De esta forma abre un diálogo donde ambos pueden expresar lo que desean y obtener la cooperación sin pelear. Si nos sentimos heridos podemos decirlo de una manera calmada, sin culpar y con mensajes en primera persona (“yo me siento___”, y no decir: “es que tú me haces sentir”). ¡No es fácil!

Si en el momento del desborde estamos tomando una decisión o dando un permiso, es mejor aplazar la conversación y decirle que estamos enojados, que nos vamos a retirar un rato hasta que podamos hablar de manera tranquila. No busque la revancha, ni castigos, porque es muy probable que cuando le pase el enojo se arrepienta y no pueda mantener el castigo impuesto, con lo que perderá capacidad de influenciar próximas situaciones. Recuerde que su hija o hijo está pasando por un momento difícil, está encontrándose como persona y revisando los límites familiares.

Las madres, padres y cuidadores necesitaremos mucho autocontrol, comprensión, paciencia y asertividad para manejar estas situaciones que desafían y cuestionan nuestro rol. Si no hacemos un manejo adecuado de estos desafíos, podemos terminar en ciclos de rebeldía y desobediencia que van a crear fracturas en la relación y vamos a perder nuestro rol de influenciadores positivos.

Recuerde que a medida que las hijas y los hijos crecen, debemos ir ampliando los límites, permitirles mayores posibilidades de acción y de toma de decisiones, mayor participación y autonomía. De lo contrario podemos generar más rebeldía, provocación y desobediencia.

Caso contrario, tampoco podemos dejarlos solos tomando decisiones importantes, pues el mundo representa muchos riesgos en este momento y ellas y ellos todavía no cuentan con todas las herramientas para hacer un análisis completo de las situaciones. Debemos acompañarlas y acompañarlos para mostrarles varias realidades, al tiempo que promovemos su autonomía y toma de decisiones acertadas.

Manejo adecuado de las drogas y el alcohol

 

Indudablemente uno de los grandes temores de las madres, padres y cuidadores es la posibilidad del alcoholismo y la drogadicción en sus hijas o hijos. ¡Y es un temor real!

El tema de las drogas comienza a aparecer en la vida familiar mucho antes de que nuestras hijas e hijos lleguen a la adolescencia, bien sea por las noticias, por familiares, amigos, etc., y debemos aprovechar estos momentos para hablarles de este tema complejo que puede destruir la vida de una persona.

Abórdelo con objetividad y conocimiento, cuéntele a su hija o hijo historias de personas y familias que han tenido que lidiar con esta situación, pero hágalo de una manera tranquila, exacta, informada y sin ansiedad o amenaza. De esta forma abre un canal de comunicación importante para cuando su adolescente tenga que enfrentarse con las drogas en su vida social.

 

Darles información, mantener las puertas de comunicación abiertas, no juzgarles y mantener la conexión es lo que debemos hacer las madres, padres y cuidadores para acompañar a nuestras hijas e hijos en el momento donde más necesitan de nuestro apoyo.

Si empieza a sentir que su hija o hijo presenta cambios bruscos de conducta, agresividad, depresión, alteraciones del sueño y alimentación, aislamiento, entre otras, debe estar atento porque es posible que tenga algún problema o que esté consumiendo alguna droga. Lo importante es que esté cerca de su hija o hijo adolescente para poder ayudarlo y actuar de forma rápida en caso de que lo vea en riesgo, y si es necesario y tiene inquietudes con sus cambios conductuales es mejor que se asesore de un profesional para que pueda parar un posible trastorno o adicción antes de que el tema se vuelva más difícil.

En cuanto al alcohol, la situación también es de alto riesgo, pero tiene más aceptación social y cultural. Es muy posible que en su familia usen el alcohol para divertirse, animar las fiestas o acompañar las comidas. En todos los casos, el alcohol puede ser parte de la vida familiar y se asocia con momentos de felicidad y gratificación. Además, para las madres, padres y cuidadores resulta incómodo que en las fiestas de sus hijas o hijos, como los quince años o grados, no tengan alcohol para ofrecer.

Antes de ofrecer alcohol a su adolescente, debe saber que para un buen desarrollo cerebral no es recomendable el consumo de alcohol hasta los 18 años mínimo. El cerebro termina de desarrollarse hacia los 25 años, por lo que sus hijas e hijos adolescentes están en pleno desarrollo cerebral y su estimulación determinará las habilidades y competencias que tendrán para el resto de sus vidas. El alcohol inhibe funciones cerebrales, no solo durante el consumo, sino también durante la resaca. Es decir, por un día de consumo hay dos días de baja actividad y desarrollo cerebral, y si lo hace dos veces a la semana, estamos hablando de un cerebro en desarrollo que no se está estimulando adecuadamente la mitad del tiempo.

El consumo del alcohol no debe ser propiciado por los adultos para ganar aceptación de los adolescentes, ni su vida familiar debe girar mucho en torno al alcohol. Es mejor que limite su consumo y le explique al adolescente todas las implicaciones que conlleva su ingesta a temprana edad.

Si su hija o hijo está consumiendo alcohol hay que tener una conversación seria y amorosa donde le muestre los impactos y los peligros para su vida actual y futura. Si el tema se le vuelve inmanejable busque ayuda profesional. Lo más importante es tener canales abiertos de comunicación, libres de juicios y fortalecer su autoestima y la idea de que el disfrute y la vida social no dependen del consumo de ningún tipo de sustancia.

Manejo adecuado de la sexualidad

 

La sexualidad es más que la genitalidad. La sexualidad es la relación con el propio cuerpo, con la identidad, los roles, el género, etc. La relación con la sexualidad se construye desde la primera infancia, desde que el bebé comienza a explorar sus genitales, desde que las niñas y los niños saben cómo vienen los bebés al mundo y empiezan a identificarse con sus madres, padres o cuidadores. Por esto el encuentro con el propio cuerpo no debe venir con sentimientos de culpa y vergüenza y debe estar acompañado por un adulto que guía, muestra, explica y respeta.

Cuando empiezan los cambios de la pubertad, los adultos debemos hablarles a nuestras hijas e hijos sobre lo que les está pasando, tanto interna como externamente, comprarles o conseguirse algún libro relacionado y acorde con su edad, y si tenemos dudas podemos asesorarnos de un profesional para poder participar de sus cambios de manera informada, tranquila y abierta.

 

Con las redes sociales es muy probable que en la pubertad ya tenga un primer encuentro con la pornografía y lo va a mencionar de manera indirecta (como si un amigo lo hubiera visto, pero ellos no). Aprovechemos estos momentos donde tocan los temas para hablarlos de manera tranquila y objetiva, y, sobre todo, comunicarles nuestros valores. En el caso de la pornografía puede decirles que la sexualidad es diferente, que es más que los genitales, y que empieza desde el encuentro con uno mismo y con su cuerpo, y luego con la intimidad y con la mirada del otro en su debido momento. Podemos comparar la pornografía con una caricatura que asemeja la realidad, pero que no es así.

Las redes sociales también están cargadas de mensajes hipersexualizados y de estereotipos de belleza que pocas personas pueden alcanzar. Esto es un riesgo para que se presenten problemas en la autoestima y trastornos alimenticios, por lo que las madres, padres y cuidadores no debemos fomentar estos estándares y, por el contrario, debemos trabajar para desarrollar un pensamiento crítico frente a todo lo que consumen en las redes.

En cuanto a las relaciones amorosas podemos decirles que la experiencia de la sexualidad comienza con uno mismo y luego con el encuentro del otro, que se necesita cierta madurez para que esa experiencia sea gratificante y no deje una huella negativa en sus vidas. Promovamos que se tomen todo el tiempo que necesiten, que nunca se dejen presionar y que sean los dueños y guardianes de su propio cuerpo, que no deben estar a la merced ni a disposición de los deseos de los demás.

Más adelante podemos hablarles de los riesgos de las enfermedades de transmisión sexual, de los embarazos y la planificación, pero esto no debe ser lo único que se hable con respecto a la sexualidad.

En todos los casos, acompañémoslos para que puedan fortalecer las habilidades para tomar decisiones coherentes con sus valores y límites y que estén orientadas a su salud y bienestar.

En caso de que haya temas que desconozca o dude de situaciones de abuso, busque fuentes confiables o apoyo adicional de profesionales para acompañar a su hija o hijo.

 

 

 

 

 

Manejo adecuado de las relaciones afectivas y la socialización

La adolescencia conlleva muchas tareas y retos. La primera es lograr mayor autonomía y luego viene la construcción de la propia identidad. Para construirse a sí mismo y diferenciarse de sus madres, padres y cuidadores, debe empezar a cuestionar los sistemas preestablecidos en casa y empezar a mirar nuevos modelos a seguir, tanto en las redes sociales como en el grupo de pares. Esto es un gran duelo para los adultos que se sienten permanentemente cuestionados y subestimados frente a las opiniones del grupo de amigos.

Ahora los pares y las redes se vuelven su referente para la construcción de esa nueva identidad y hay una alta sensibilidad para lograr la aceptación social, lo que puede generar comportamientos indeseados o sentimientos de ansiedad y tristeza. La autoimagen se ajusta a lo que piensan los demás, bien sea por aceptación o por rechazo, y su comportamiento se ajusta a las normas y valores grupales, porque la opinión del otro terminará definiendo su valor personal.

 

En cuanto a las relaciones afectivas, comienzan a formarse grupos grandes con normas y un estilo común, luego se van creando parejas con relaciones muy cortas y alta influencia del grupo de pares, que sirven de ensayo para las relaciones románticas, hasta que aparecen las parejas y la opinión de los pares pasa a un segundo plano.

Los padres debemos acompañar por los lados, no entrar a criticar y enfocarnos mucho en sus fortalezas, porque su autoestima
y autoimagen están en un punto de alta vulnerabilidad al depender de los esquemas de perfección de las redes y las críticas
de los pares.

Debemos propiciar encuentros con otros adolescentes compatibles y ayudarles a buscar grupos que compartan sus intereses. La soledad en esta etapa puede llevar a problemas de autoestima y más adelante a tener problemas emocionales.