Manejo de algunas conductas difíciles entre los 0 - 6 años

El período entre los 0 y 6 años es fascinante, es el tiempo del desarrollo cerebral más importante, donde se crean las bases de todo el desarrollo físico, lingüístico, intelectual, social y emocional para toda la vida. A los 5 años ya el cerebro ha alcanzado casi el 80 % de su crecimiento y esto hace que las niñas y los niños no puedan dejar de explorar, experimentar, ponernos a prueba, buscar autonomía y muchas otras conductas que se vuelven difíciles de manejar en este mundo de adultos sin tiempo.

 

 

 

 

 

 

La tarea de los adultos no es contener o limitar, sino estimular y motivar la exploración y el movimiento. Es el momento donde debemos trabajar para que desarrollen confianza y autonomía con vínculos seguros y con estimulación adecuada y suficiente. Una crianza punitiva y humillante en este tiempo va a tener un impacto negativo en las relaciones, la autoestima, la iniciativa, el aprendizaje y la autonomía para el resto de la vida.

 

 

 

 

 

 

Manejo adecuado de las pataletas

Primero, el adulto debe controlarse, luego debe entender qué llevó a la niña o al niño a un desborde emocional: ¿no sabe expresar lo que quiere con palabras?, ¿está cansado o con hambre o tiene una necesidad básica insatisfecha?, ¿el adulto solo reacciona cuando hay emociones intensas?, ¿tiene un temperamento de reacciones intensas?, ¿tiene alguna condición médica o psicológica?, etc. Al comprender la causa ya sabemos nuestro paso a seguir.

En la primera infancia es muy importante satisfacer las necesidades básicas porque para el cerebro infantil tener hambre, cansancio o sueño es un tema de supervivencia y seguro tendrá reacciones fuertes en estos estados. Si no podemos satisfacerlo en ese momento, al menos debemos mostrarnos comprensivos y acompañar su frustración. Sentirse atendido le ayudará a calmarse más rápidamente.

Cuando aparecen estos desbordes emocionales, primero hay que llamar a la calma con diferentes estrategias de autorregulación. No se pueden encontrar soluciones en medio de un estallido emocional. Solo cuando se logre la calma se deben buscar soluciones (no culpables) e ir entrenando a la niña o al niño a expresar sus emociones de otra forma. Hay que enseñarles que siempre es válido tener una emoción, pero debemos encontrar formas adecuadas de expresarla y actuar a partir de ella dándole opciones: “entiendo que quieras ese carro y te dé rabia no tenerlo, ahora lo tiene tu hermano. ¿Te parece si jugamos juntos con la pelota?”. Estos estallidos emocionales van cambiando cuando hay un adulto que entiende que es parte del momento de desarrollo, que hay que canalizarlo y tener paciencia mientras aprende cómo expresarse adecuadamente.

   

Los desbordes emocionales pueden terminar en agresiones hacia sus pares, en cuyo caso hay que separarlos y velar por la seguridad de cada uno. A los más pequeños hay que acompañarlos para que puedan calmarse (corregulación); a los más grandes podemos invitarlos a tomarse un tiempo de calma para tranquilizarse, bien sea solos o acompañados, si lo quieren. Los adultos debemos validar los sentimientos y entender las causas. Cuando haya calma hay que buscar la reconciliación y pedir la reparación, sin forzar. La idea es que ambas niñas o ambos niños queden tranquilos y podamos aprovechar estos momentos para enseñar habilidades sociales, como pedir las cosas o ponerse en el lugar del otro, por ejemplo. Cuando todo esté en calma también se deben buscar acuerdos y decidir lo que se va a hacer si se vuelve a presentar. Recuerde que aprender una nueva habilidad toma tiempo y es probable que debamos repetir este proceder varias veces.

El adulto debe
controlarse

Entender las
causas de la
pataleta

Satisfacer las
necesidades
básicas o al
menos mostrar
comprensión y
disposición

Ayudarle a
encontrar la
calma

Buscar
soluciones
adecuadas para
todos

Manejo adecuado a la hora de la comida

Un gran número de madres, padres y cuidadores de niñas y niños en primera infancia se quejan por los problemas con la alimentación, y es posible que la aproximación a la comida parezca más un campo de batalla que un momento familiar agradable. Con estas luchas, las niñas y los niños comienzan a asociar la comida con malestar y en lugar de pelear con sus cuidadores pelean con la comida. No se puede obligar a nadie a comer, así que hay que recurrir a la motivación e influencia positiva para despertar el interés y el disfrute por los alimentos. Para empezar, desde que la niña o el niño comienza a ingerir alimentos sólidos se le debe permitir su exploración: permitirle untarse, cogerlos y probarlos; también llevarlo al mercado y aprovechar estos momentos para estimular sus sentidos: tacto, olor, etc. Invítele a cocinar con usted, pídale que le ayude a limpiar después o, al menos, a llevar el plato (de manera natural). Incentive el momento de la comida como un espacio familiar y un momento para compartir.

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Si una niña o niño tiene problemas con la comida, hay que revisar ¿cómo los adultos lo han estado animando para comer?, ¿qué mensajes le han transmitido?, ¿le diría eso mismo a un amigo para que pruebe su comida? No lo puede obligar, así que no convierta la hora de la comida en una lucha campal ni se vuelva el policía de la comida. Controle la calidad de la comida que ingiere: usted decide qué come y ella o él decide cuánto. El cuándo debe organizarse con los ciclos de la niña o el niño y espaciar las comidas para que tenga hambre.

Dele opciones limitadas (carne o pollo; arroz o plátano), sirva porciones pequeñas y no lo obligue a comerse todo. Invítele para que pruebe un nuevo alimento sin obligarlo y en el plato siempre debe haber al menos un alimento que le guste. También puede incluir distintos alimentos en el plato de forma creativa. Si el tema es muy difícil, dé complementos vitamínicos y pequeños bocados varias veces al día.

También está el caso de los niños que son muy ansiosos y con sobrepeso. En este caso revise la dieta: que esté consumiendo todo lo que necesita y en proporciones adecuadas. Los adultos alrededor deben ser ejemplo de una buena alimentación y explicar con fotos y argumentos la importancia de alimentarse bien. Así mismo invitar a la actividad y al movimiento físico.

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Manejo adecuado para lograr el control de esfínteres

El control de esfínteres debe ser un proceso tranquilo porque depende de la maduración física (alrededor de los 3 años) y de aspectos psicológicos. Solo se hace cuando la niña o el niño da señales de poder controlar el esfínter (permanece seco un largo rato, muestra consciencia del tema). Por el lado psicológico se le puede mostrar que los adultos vamos al baño a hacer nuestras necesidades y le hablamos del tema para que se interese.

Nunca se debe presionar a una niña o niño para dejar el pañal y hay que entender que cada uno tiene su tiempo. Los accidentes se tratan como accidentes y se invita al pequeño para que ayude a limpiar, como algo natural, sin castigar. Es normal que se le olvide ir al baño cuando está distraído porque aún no tiene el hábito ni la prioridad. Hay que acompañarlo e invitarlo varias veces al día.

Si hay mucha tensión en el tema y la niña o niño no está listo, puede generar más estrés, el proceso durar mucho más o volverse una lucha de poder. Si el pequeño no está listo, es mejor volver al pañal y esperar que madure un poco más, poner ropa fácil de quitar y hacerlo juntos. Nunca se debe humillar ni avergonzar con que parece un bebé.

Y relájese, que lo va a lograr en su debido momento y cuando menos piense. Tenga en cuenta que los cambios externos pueden producir retrocesos (entrada al preescolar, llegada de un hermanito) que necesitarán de la paciencia y comprensión del adulto.

Manejo adecuado a la hora de acostarse

La hora de acostarse es un momento de gran tensión familiar porque las madres, padres y cuidadores ya están cansados y deben sacar fuerzas y paciencia para que las niñas y niños se vayan a dormir tranquilos.

Hay factores externos e internos que influyen en el sueño. Entre los externos están la temperatura, la comodidad, la luz, el control de los ruidos, etc. Entre los internos están el ayudar a las niñas y niños a crear ciclos, una buena alimentación, evitar dulces, cafeína y chocolates, suficiente tiempo de sueño reparador, un ambiente relajante, evitar el uso de pantallas al menos dos horas antes, entre otras. Cabe aclarar que antes de los dos años no se recomienda el uso de ningún tipo de pantallas a ninguna hora, y entre los dos y cinco años su uso no debe superar una hora al día.

Para acabar con las peleas a la hora de dormir hay que definir una rutina del sueño que se repite igual cada día y a la misma hora. Elaborar una lista de tareas antes de acostarse, 5 acciones máximo. Puede ser: un tiempo de juego (dedicar un rato exclusivo de juego suple su necesidad de conexión y tranquiliza antes de dormir), la comida, luego el baño, los dientes y el aseo, ponerse una pijama cómoda, después una actividad tranquila como leer o contar una historia con luz más baja para irlo relajando (o un momento para hablar del día y cantar una canción de cuna) y, finalmente, un momento de caricias, abrazos y despedida.

Lista de tareas para acostarse

1

Un tiempo de juego:

(Dedicar un rato exclusivo de juego…)

2

Comer

3

Bañarse, limpiarse y lavarse los dientes.

4

Ponerse la pijama

5

Una actividad tranquila y compartir:

(Leer, contar una historia con luz más baja para irlo relajando, dedicar un momento para hablar del día o cantar una canción de cuna.)

6

Caricias, abrazos y despedida