¿Cómo intervenir una conducta difícil con disciplina positiva?

Desde la crianza amorosa no se consideran adecuadas ningunas prácticas punitivas ni humillantes para corregir las conductas difíciles que presentan las niñas, los niños y adolescentes.

En primer lugar hay que entender los motivos que llevaron a las niñas, niños y adolescentes a esas conductas retadoras, actuar de manera amable y coherente con los límites previamente establecidos y enfocarse en soluciones. Antes de pensar qué hacer con la conducta retadora se piensa por qué tiene esa conducta y se buscan soluciones más profundas.

La disciplina positiva creada por Jane Nelsen y Lynn Lott cuenta con diferentes herramientas para intervenir conductas difíciles de una manera respetuosa y promotora del desarrollo de habilidades a largo plazo. Hay que tener en cuenta que no todas las estrategias sirven para todas las situaciones, hay herramientas para promover la cooperación, hay herramientas para intervenir momentos críticos y hay herramientas para resolver conductas difíciles a largo plazo, entre otras. Sugerimos que ensaye varias de ellas y escoja con las que se sienta más cómodo en los distintos momentos.

 

Herramientas de disciplina positiva para promover la cooperación y resolver luchas de poder y confrontaciones

 

 

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Establecimiento de reglas, límites y acuerdos

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Opciones limitadas

En lugar de estar discutiendo o pidiendo que las niñas, niños y adolescentes sigan órdenes, podemos darles opciones dentro de un rango limitado y que nos sirva a todos, con el fin de que participen de la decisión y sean más cooperativos con el objetivo final (por ejemplo, en lugar de decirle que se vaya a acostar, podemos preguntarle: “¿quieres leer o escuchar música para irte a acostar?”). Las opciones pueden irse ampliando a medida que las niñas, niños y adolescentes crecen, de acuerdo con su capacidad para la toma de decisiones.

Actuar sin hablar

Cuando las condiciones ya están establecidas, ensayadas y conocidas por todos, los adultos solo tenemos que actuar sin dar explicaciones. Por ejemplo: si los hermanos saben que si no establecen turnos para usar el celular, el celular se guardará, entonces cuando estén peleando por eso, el adulto coge el celular y lo guarda un rato, sin discutir. Si aparece alguna queja, el adulto puede hablar lo menos posible, por ejemplo: “pónganse de acuerdo”. El adulto debe hacerlo con calma, consistencia, sin discusión, culpa ni sermones.

Redireccionar y distraer

En las niñas y niños en primera infancia se puede desviar la atención de una situación a otra de manera natural. Por ejemplo, si hay dos niños peleando por un juguete, invitamos a uno de ellos a tocar el tambor. La distracción no debe ser con mentiras ni falsas promesas.

Sinceridad emocional

Algo muy poderoso para fortalecer la relación entre madres, padres, cuidadores y niñas, niños y adolescentes es mostrarnos humanos y vulnerables con ellas y ellos. Podemos contarles algunas dificultades que tengamos y pedirles ayuda (sin dar lecciones), por ejemplo: “mi amor, a esta hora ya estoy cansada y tuve un mal día, y quiero que me ayudes arreglándote rápido”.

Planificar anticipadamente

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Herramientas de disciplina positiva para intervenir desbordes emocionales y en momentos críticos

Validar emociones:

Es reconocer la emoción de la niña, niño y adolescente lo que le ayuda a sentirse comprendido y a calmarse, aunque no se puedan satisfacer sus necesidades y deseos en ese momento (“entiendo que tienes hambre y en cuanto pueda vamos a…”, “entiendo que quieres ese carrito y ahora no tengo dinero, te parece si hacemos…”). Con la validación emocional desarrollamos inteligencia emocional, autorregulación, resolución de problemas y fortalecemos la conexión. Nuestro mensaje es que sentir cualquier emoción es válido, pero no siempre es válido lo que hacemos a partir de esa emoción (“entiendo que te dé rabia que te lo quiten, ahora pensemos de qué otra forma puedes pedirlo sin herir a alguien”, por ejemplo).

Usar las neuronas espejo:

En nuestro cerebro contamos con unas neuronas llamadas espejo que perciben las acciones físicas, las expresiones faciales y las emociones de los otros y nos dan la capacidad innata de imitar y contagiar las emociones y acciones de los demás, por lo que preparan al cerebro para copiar lo que vemos y aprender a través del ejemplo. Por esto es más importante en la educación lo que hacen las madres, padres y cuidadores que lo que dicen. Con las neuronas espejo podemos contagiar la calma en momentos de estallidos emocionales a través de nuestro lenguaje verbal y no verbal, pero también podemos dejarnos contagiar por la rabia que sienten niñas, niños y adolescentes y sufrir de un estallido emocional, en cuyo caso necesitamos de autoconciencia y autorregulación.

Tiempo de calma:

Es un espacio de retiro para el control emocional, para tener un período de enfriamiento y luego tener mayor disposición para buscar soluciones a los problemas. La primera información que entra al cerebro es emocional y cuando percibimos un ataque (real o imaginario) reaccionamos desde sistemas de defensa primarios (agredir, huir o paralizarse). Para evitar actuar sin pensar y arrepentirnos luego, debemos tomarnos unos segundos o permitirles a las niñas, los niños y adolescentes un tiempo para lograr calmarse y actuar de una manera racional. El tiempo de calma no es un lugar de castigo sino un rincón de tranquilidad para gestionar las emociones fuertes. puede hacerse en un lugar bonito y agradable y les sirve tanto a las niñas, los niños y adolescentes como a los adultos. El control de las emociones y de los impulsos es una de las lecciones más importantes de la crianza que no sólo debemos enseñar, sino modelar con nuestro ejemplo.

Con las niñas y niños más pequeños se sugiere que el adulto los acompañe a este lugar y apoye la regulación de las emociones. Acudir a este espacio debe ser un acto voluntario, el adulto puede usarlo para sí mismo, invitar o preguntar, pero nunca obligar
a su uso.

Herramientas de disciplina positiva para resolver conductas difíciles a largo plazo

Consecuencias:

Parte del aprendizaje en la vida es responsabilizarnos de nuestros propios actos. Hay consecuencias naturales donde la vida se encarga de darnos lecciones (si no llevamos el abrigo, nos dará frío) y hay consecuencias lógicas que establecemos los adultos con las niñas, los niños y adolescentes para cuando no se cumplen los acuerdos ni los límites que regulan los sistemas familiares y la vida social.

Debemos permitir que las consecuencias naturales sucedan, sin rescatar a la niña, niño o adolescente, para que aprendan de ellas. Solo debemos acompañar la frustración y buscar soluciones (“entiendo que tienes frío, ¿qué debemos hacer la próxima vez para que no se te quede el abrigo?”, sin culpar, sermonear, humillar, etc.).

Las consecuencias lógicas deben estar definidas previamente para que las niñas, los niños y adolescentes asuman las responsabilidades de no cumplir sus acuerdos. El uso de consecuencias lógicas aisladas no es una herramienta recomendada en la disciplina positiva, pues este enfoque se basa más en ser padres influenciadores para que las niñas, niños y adolescentes APRENDAN que para que PAGUEN por sus acciones. Algunas ideas para reemplazar las consecuencias lógicas o para complementarlas con enfoque positivo y amoroso son:

Enfocarse en el futuro, no en el pasado: ¿qué vas a hacer para que no vuelva a pasar? No se trata de buscar culpables, sino de aprender de las situaciones.

Enfocarse en soluciones con preguntas de curiosidad:
¿qué pasó?, ¿cómo podrías hacerlo diferente?

Acompañar la frustración con empatía: “sé que querías jugar con eso, y si no te pones de acuerdo con tu hermano tenemos que guardarlo. Espero que lo resuelvan pronto”.

Usar los errores como maravillosas oportunidades de aprendizaje

 

La mayoría de las habilidades y destrezas naturales se aprenden practicando, equivocándose y volviéndolo a hacer (como aprender a caminar) y lo que necesitan las niñas, los niños y adolescentes es un adulto al lado que permita las caídas, los ensayos y los errores y anime a volverlo a intentar y a explorar otras formas. El problema es que aprendimos que si nos equivocábamos teníamos que pagar por los errores y debíamos mentir o esconderlos. Con esto los errores perdieron su maravilloso poder educativo. El papel de los adultos es acompañar la frustración, hacer preguntas de exploración para encontrar soluciones y hacer entrenamiento y seguimiento en las nuevas situaciones. El adulto debe ser un entrenador, no un juez ni un inquisidor.

 

Enfocarse en buscar soluciones

 

En la base de toda la crianza amorosa y positiva está el desarrollo de habilidades para la vida, por esto la estrategia más importante es buscar soluciones y no culpables. En este caso, tanto las niñas, los niños y adolescentes como las madres, padres y cuidadores debemos buscar soluciones a esas situaciones desafiantes y conflictivas que se nos presentan en el día a día en el gran reto de la crianza.