5 pasos para manejar conductas retadoras siendo amorosos y afectivos

La mayoría de las conductas retadoras pueden manejarse con 5 pasos que deben llevarse en ese orden y lograr así una práctica de crianza amorosa y positiva en los momentos más difíciles.

Los 5 pasos para manejar conductas retadoras son:

¿Cómo me contengo para no pegarle, gritarle o castigarle?

 

La única forma de contenernos ante una conducta inadecuada y no reaccionar de manera impulsiva es con el entrenamiento de la autorregulación, que es la capacidad para reconocer y controlar las propias emociones, deseos, impulsos y acciones sin dejarse dominar por ellas ni tener respuestas automáticas de ataque, huida o parálisis. La autorregulación logra que el cerebro racional tome el mando, controle emociones intensas y consiga el objetivo deseado sin afectar o herir
a los demás.

 

La crianza amorosa nos lleva al crecimiento personal y debemos empezar por conocernos a nosotros mismos y encontrar estrategias para volver a nuestro centro y no estallar. Debemos tener claro qué cosas nos cargan y nos llenan de estrés y qué prácticas nos recargan y nos dan energía. También hay que aprender a pedir ayuda cuando ya no podemos más.

En el momento crítico hay que esperar unos segundos antes de responder para hacer una crianza proactiva y no reactiva. Algunas estrategias para lograr la autorregulación en momentos de estallidos emocionales son:

Reconocer mi estado físico y mental.

Tomar un tiempo de calma para desacelerar. Por ejemplo: respirar, caminar, tomar agua, etc.

Pensar en soluciones.

Siento que lo hace para molestarme, ¿por qué?

Cuando estamos alterados es muy probable que sintamos las conductas difíciles como un acto retador e intencional de la niña, el niño o el adolescente, y de esta forma reaccionamos con mecanismos de defensa y ataque. Por esto cuando logramos el autocontrol podemos entender el motivo de esa conducta difícil y descubrir lo que necesita nuestra hija o hijo para hacer una intervención desde la sensibilidad y estimulación.

 

Algunas de las causas de las conductas retadoras pueden ser, entre otras, las siguientes:

Es una necesidad básica insatisfecha. Las niñas y niños pequeños son muy sensibles cuando tienen sueño, hambre, cansancio, etc., y esto hay que satisfacerlo y volverlo una prioridad, especialmente en la primera infancia.

Es normal en su momento de desarrollo. Por esto debemos conocer sobre el desarrollo infantil y adolescente, porque conductas como moverse mucho a los dos años o desafiar a sus padres en la adolescencia son normales y necesitan un manejo comprensivo, inteligente y paciente.

Está acorde con su temperamento o intereses: hay personas muy activas que necesitan moverse más o a las que les gusta desbaratar las cosas o las que todo lo exploran. En lugar de estar prohibiendo todo, hay que dar espacios y momentos para el libre desarrollo de la personalidad y las fortalezas individuales.

Tiene pocas habilidades y necesita entrenamiento. Llora en lugar de pedir las cosas, no comparte o no toma turnos. Los adultos debemos entrenar antes de corregir.

Las prácticas familiares son contrarias a lo que se pide. Los adultos les pegan a las niñas o niños para que no peguen o les gritan para que no griten. El mecanismo más poderoso de la educación es el ejemplo. ¿Qué ejemplo le estamos dando?

Tiene una situación médica, física o mental, y puede necesitar un experto.

La conducta responde a una creencia equivocada
sobre cómo ser importante y pertenecer a su familia.

Cada una de estas causas nos lleva a una intervención diferente. Lo importante no es pensar qué hago con la niña, el niño o el adolescente LUEGO del comportamiento difícil (qué castigo o consecuencia se merece), sino entender las causas del problema y qué lo llevó a ese comportamiento difícil. Cuando comprendemos las causas de un problema se nos aparece la solución permanente. Para empezar, hay que conectarse con las niñas, los niños y adolescentes y devolverles la sensación de sentirse valorados, sin que sientan que necesitan actuar inadecuadamente para ser reconocidos.

¿Qué hago y le digo cuando se porta mal?

La disciplina positiva nos ofrece un abanico de posibilidades para actuar de manera respetuosa y amorosa cuando se presentan conductas retadoras.

Hay estrategias de disciplina positiva para lograr la cooperación y dejar las luchas de poder. Cuando se presentan conductas difíciles en un estado inicial, las madres, padres y cuidadores podemos usar estas estrategias para ganarnos la cooperación de las niñas, los niños y adolescentes. No es ganarles, sino ganárselos con una actitud amorosa y respetuosa. Primero la conexión antes de la corrección (Jane Nelsen). Algunas estrategias son:

 

 

 

También hay estrategias para manejar los desbordes emocionales y los momentos críticos. No se pueden resolver las situaciones sin el cerebro racional, por esto, en los momentos más difíciles, tanto para los adultos como para las niñas, niños y adolescentes, hay que tener estrategias de enfriamiento y calma:

No todas las estrategias sirven en todos los momentos, pero sí deben ensayarse y practicarse con las niñas, niños y adolescentes. Tampoco se puede pretender que funcione como una varita mágica ni que no vuelvan a existir los conflictos familiares. La idea es lograr una vida familiar más fluida y tranquila, con unas relaciones más respetuosas, amorosas y de cuidado mutuo para el corto, mediano y largo plazo.

¿Cómo convierto las conductas retadoras en soluciones a largo plazo?

 

 

El enfoque en soluciones es el fin último de la crianza amorosa y positiva. No se trata de encontrar culpables ni de que las niñas, niños y adolescentes paguen por sus errores, sino, a partir de las conductas difíciles y retadoras, encontrar soluciones y desarrollar habilidades para el corto, mediano y largo plazo.

 

Enfocarnos en soluciones y pedirles a las niñas, niños y adolescentes su participación es la oportunidad para pasar de los grandes retos al desarrollo de habilidades para la vida. ¿Te imaginas una niña, niño o adolescente pensando cómo puede hacerlo mejor la próxima vez, de una manera confiada y tranquila? En ese caso estaríamos entregando al mundo personas llenas de confianza, de autoestima, con capacidad para la toma de decisiones, para la resolución de problemas, con habilidades de comunicación y con pensamiento crítico. ¿No es eso lo que queremos finalmente como madres, padres y cuidadores?

¿Cómo hago para que no lo vuelva a hacer?

Después de que se presenta la conducta retadora hay que usarla como una oportunidad educativa, primero, porque no queremos estar lidiando con las mismas conductas retadoras todo el tiempo, y, segundo, porque nuestra labor final como madres, padres y cuidadores es desarrollar habilidades de vida a partir de los aciertos y de los errores.

En primer lugar debemos tener una actitud positiva hacia el error y verlo como parte del proceso de aprendizaje, con lo que no podemos culpar, amenazar o castigar por equivocarse, sino dialogar y generar una reflexión y nuevas posibilidades.

 

La conversación que genera aprendizaje es la que se basa en la pregunta, no en las lecciones o sermones, es la que busca soluciones y reconoce los progresos, aunque no se haya dado el resultado todavía. El uso de los errores parte de su reconocimiento y reparación y el enfoque en soluciones permite ensayar nuevas opciones, equivocarse y volverlo a intentar.

Siempre hay que revisar situaciones particulares de cada niña, niño o adolescente que ameriten un manejo especial o un acompañamiento de un profesional. En cualquier caso no podemos dejar pasar año tras año situaciones retadoras sin darles un buen manejo porque esto puede afectar otras áreas del desarrollo o incluso su autoestima y motivación en la vida.

Por esto hay que hacer seguimiento y acompañamiento a las niñas, niños y adolescentes a lo largo de su desarrollo, y nunca dejar la conexión, la sensibilidad y la estimulación positiva de la CRIANZA AMOROSA.