¿Por qué no hace lo que le pido?

Muchas madres, padres y cuidadores se preguntan por qué sus hijas e hijos no hacen lo que les piden y se resisten a seguir sus órdenes. Hay muchas razones por las que las hijas o hijos no se muestran colaboradores con los adultos que pueden estar relacionadas con los estilos de crianza o con las características propias de las niñas, niños y adolescentes.

En cuanto a los estilos de crianza están las madres, padres y cuidadores autoritarios que piensan que las hijas e hijos deben obedecer y hacer lo que los adultos digan. En el desarrollo infantil y adolescente hay una necesidad natural de lograr un desarrollo autónomo y tomar decisiones, por esto, cuando las hijas y los hijos sienten que solo son receptores de los deseos de los adultos y no pueden participar ni opinar, se resisten mucho más a seguir instrucciones y a mostrarse colaboradores. En este caso es probable que no hagan lo que les pedimos porque no los estamos considerando en las decisiones ni estamos buscando su cooperación,
sino su sumisión.

Por otro lado, tenemos las madres, padres y cuidadores con estilos de crianza permisivos que no han logrado encontrar un lugar de liderazgo ni impacto frente a sus hijas e hijos, con lo que estos muestran poco respeto e interés por las opiniones y directrices adultas.

En general, las niñas, niños y adolescentes se motivan y cooperan más si sienten que hacen parte importante de la familia, que participan, tienen voz y voto y toman decisiones (acordes con cada edad). Cuando se sienten comprendidos están más dispuestos a entender nuestro punto de vista, entender las necesidades de las situaciones, encontrar soluciones y escucharnos.

Algunas actitudes parentales que promueven mejor la cooperación familiar son:

Muéstrele que lo comprende (no tiene que estar de acuerdo, solo entenderlo).

Muéstrele empatía y que puede ponerse en su lugar (no tiene que satisfacerlo, sólo ponerse en su lugar).

Háblele de forma tranquila y explique las necesidades de la situación (no las suyas).

Pídale ayuda para que encuentren juntos una solución útil para todos.
(por ejemplo: “¿qué ideas se te ocurren para organizar más rápido la cocina?”).

Reconozca sus logros y las cosas positivas que hace.

En cuanto a las características individuales de cada niña, niño o adolescente, hay que revisar factores relacionados con sus capacidades físicas o intelectuales, su comprensión, entrenamiento suficiente, momento del desarrollo, satisfacción de sus necesidades básicas (incluidas sus necesidades emocionales), entre otras.
Promoviendo la participación y siendo sensibles a las necesidades individuales de cada niña, niño o adolescente, aumentamos la cooperación dentro de la familia, se acaba la competencia y las hijas y los hijos se muestran mucho más dispuestos a hacer lo que se necesita.
“Hay que GANARSE a las hijas e hijos, NO GANARLES”
(Jane Nelsen).